jueves, 28 de mayo de 2015

Una infancia en Alemania del este: ¿Bendición o maldición?

 Extraido de: http://www.cafebabel.es/articulo/una-infancia-en-alemania-del-este-bendicion-o-maldicion.html



© Bruno van den Elshout

Los alemanes del oeste tienden a pensar que una infancia en la RDA tiene que haber sido más bien problemática. En primer lugar, porque los niños de Alemania oriental tenían pocos juguetes y no iban tan a menudo de vacaciones. Pero de ahí a ser infelices… Erik, de 29 años, guarda buenos recuerdos de su infancia en la RDA

Nací en 1978 y pasé mi infancia en Penig, una pequeña ciudad situada en la parte sur de Alemania oriental. Mi padre trabajaba en una fábrica, mi madre en una tienda. Vivíamos en un típico bloque de apartamentos germano-oriental, donde vía la mayoría de la gente ‘normal’ por aquel tiempo. Yo no era especialmente consciente del sistema político en el que estaba entonces. Empecé a pensar sobre eso luego, cuando me di cuenta de las diferencias entre el este socialista y el oeste.

 

 

El Movimiento Pionero

Las escuelas en la RDA no eran sólo centros de formación en el estricto sentido de las palabras. Junto a las clases regulares se organizaban diferentes actividades para las ‘tardes pioneras’. Estas actividades eran la primera preparación para convertirse luego en buenos ciudadanos socialistas. Yo estaba deseando hacerme socio de la Juventud Libre Alemana (organización juvenil que organizaba actividades lúdicas, culturales y deportivas), pero eso nunca ocurrió. El régimen se derrumbó antes de que pudiera asistir a la ceremonia de ingreso. En el colegio también aprendíamos los fundamentos de las relaciones socialistas, inclusive los saludos. Cada mañana, cuando el profesor entraba en el aula, teníamos que ponernos de pie. Luego él gritaba: "¡Listos!" Y nosotros respondíamos: "¡Siempre listos!" Solo había un profesor que no respetaba esa norma. Él simplemente nos saludaba. Para nosotros era especialmente interesante.

Trabajo, viajes y nudismo 

 

Las empresas de propiedad social (VEB, siglas en alemán) administraban las asociaciones deportivas y también preparaban los destinos de vacaciones. Organizaban campamentos para los hijos de sus trabajadores. Mi familia y yo viajábamos a menudo a Checoslovaquia. En una ocasión llegamos en coche hasta Hungría. Los destinos más lejos parecían reservados a los miembros del partido, que podían viajar a Yugoslavia, Rumanía y Bulgaria. El nudismo (conocido en alemán como FKK, siglas de Freikörperkultur), era una de las respuestas de los alemanes del este a las restricciones a viajar. Para la gente, el FKK suponía desnudarse para afirmar su libertad. Tras la reunificación, buena parte de la tradición FKK desapareció, todo ello pese a que ahora existen playas nudistas legales.

La idea de que los alemanes del este no sabían nada sobre Alemania occidental es un mito. Incluso antes de 1989 se podían sintonizar los principales canales de televisión del oeste. Son muchos los que cuentan eso, incluidos mis abuelos. Sin embargo, la gente era muy precavida y no se hablaba abiertamente con cualquiera sobre eso para no tener ningún problema. Claro que los alemanes del este sabían que los alemanes del oeste tenían grandes vehículos y bonitas casas. En el oeste, sin embargo, también había paro y pobreza. Nosotros no teníamos esos extremos.

Cambio político y personal 

 

(phillygdr /flickr)
En 1989 yo tenía 11 años. La reunificación alemana coincidió con otros cambios en mi vida. Para mí, el cambio politico en el país no supuso ninguna ruptura inmediata, pues en cualquier caso estaba experimentando un gran cambio al pasar de la escuela primaria a la secundaria. En mi caso, se mezcló el cambio político con la transición natural de la infancia a la juventud. Los años posteriores a ese momento mágico son un poco difíciles de describir. A partir de 1989, la Alemania oriental se fue equiparando más y más a los estándares de vida de la parte occidental. Los alemanes del este se fueron acostumbrando al bienestar material. Mi familia y yo nos mudamos del grisáceo bloque de apartamentos en el que vivíamos tan pronto como nos fue posible. Había un lema: la vida comienza de nuevo.

Presente y futuro

 

En la época socialista, un puesto de trabajo era algo así como un proyecto de vida. Con la caída del Muro la gente debía aceptar las reducciones de plantilla como un resultado de los progresos. Desde hace algún tiempo, los alemanes del este que no han podido beneficiarse del cambio han empezado a defender una vuelta a los valores socialistas de antaño. Su ‘ostalgie’ (juego de palabras este nostalgia y este) es tal que ocultan los aspectos negativos del régimen y destacan solo las cosas buenas de las políticas que se pusieron en práctica.

Para mí, prevalecen los aspectos positivos del cambio a la democracia y del mayor desarrollo. He estudiado Ciencias Políticas y viajado por Europa, también he vivido en el extranjero. He tenido la posibilidad de elegir que hacer con mi vida, cosa que mis abuelos no tuvieron nunca. Ya no es el sistema el que decide mi camino, soy yo mismo. Y estoy preparado para aprovechar las oportunidades de mi libertad.

domingo, 24 de mayo de 2015

Según revela un estudio en la revista Der Spiegel, la CIA financió atentados terroristas en Alemania oriental

Extraido de:  http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article81849

La estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA) organizó y financió atentados terroristas en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), según reveló un estudio científico. La revista Der Spiegel (El Espejo) publica en su actual edición partes de un estudio del historiador alemán Enrico Heitzer sobre el así llamado “Grupo de Combate contra la Inhumanidad” (KgU, según las siglas en alemán).



El KgU se fundó en 1948 bajo pretexto de trabajar como organización humanitaria que documenta supuestas violaciones de derechos humanos en la RDA.

También fingió ayudar a “victimas del régimen socialista en la RDA”, informa Der Spiegel.
No obstante, Heitzer reveló que su verdadera prioridad consistía en mantener una red de espionaje con cientos de agentes e informantes.

Además, el KgU cometía actos de sabotaje y atentados terroristas en la RDA, también con métodos de la guerra sicológica.

Según las revelaciones de Heitzer, los agentes del KgU dañaron líneas de alta tensión y telefónicas y destruyeron máquinas en fabricas.

Estimaciones de la CIA indican que los actos terroristas del grupo causaron daños por millones de dólares.
A partir de 1949, el servicio secreto estadounidense financió al KgU sin lograr total control sobre el trabajo de la organización terrorista.

A pesar de que el autor del estudio no pudo comprobar si hubo muertos por los atentados del grupo, su estudio revela que hubiera sido posible, pues los agentes del KgU también cometieron atentados incendiarios contra las populares tiendas HO.

Cuando la CIA cerró el grifo del dinero al KgU en 1959, el grupo se disolvió.

En el pasado, medios cercanos al gobierno trataron reiteradamente de ridiculizar a historiadores que destacaron el uso de supuestas organizaciones de derechos humanos para campañas terroristas contra la RDA.

El estudio de Heitzer prueba otra vez más que la CIA estaba detrás de esta guerra terrorista.

La Revancha del Capital: 40 años de la RDA, 25 años después

Vladimiro Giacché (1)

Publicado en Sinistra in rete

Traduce konkreto para la asamblea local del Frente Cívico “Somos Mayoría” (FCSM) de Jaén.

La leyenda de una economía alemana-oriental en el desastre en 1989 -o incluso, siempre desastrosa- se ha hecho ya sentido común, no sólo en Alemania. Pero es falsa. Ni siquiera las dificultades económicas de la República Democrática Alemana hacían de ella una “economía renqueante” (“marode Wirtschaft”) y tampoco los resultados alcanzados en 40 años de historia pueden ser considerados como insignificantes, teniendo en cuenta las condiciones de partida y de contexto extremadamente desfavorables.

La historia de la RDA comienza el 7 de octubre de 1949 con un país casi destruido por la guerra. A diferencia de la Alemania del Oeste, no tiene materias primas y además debe soportar casi por entero el peso de las reparaciones de guerra decididas por los vencedores y debidas a la Unión Soviética. Mientras que la RFA se liberó muy rápidamente de cumplir con sus obligaciones, las reparaciones pagadas como adeudadas por la RDA supusieron 99,1 mil millones de marcos alemanes (de 1953) contra los 2,1 mil millones abonados por la RFA. Una relación de 98 a 2. Calculada por habitante, la desproporción es aún mayor: 130 a 1. En 1989 el profesor Arno Peters calculó cuanto debería haber pagado la RFA a la RDA para equilibrar las cuentas, computando los intereses: 727,1 mil millones de marcos de 1989.

Este enorme peso agravó la escasez de capital de la RDA y condicionó el futuro, ralentizando así la tasa de acumulación. Otro elemento desfavorable para la RDA estuvo representado, hasta 1961, por la emigración al Oeste de 2 millones de personas (cerca del 20% de toda la fuerza de trabajo).

En conjunto fue también desfavorable la integración en el COMECON (2), compuesto por economías (con la salvedad de Checoslovaquia y la RDA) más atrasadas que las occidentales y, más importante, fuera del mercado mundial. A la segregación del mercado mundial de la RDA contribuyó mucho la RFA, con la denominada “doctrina Hallstein”, que preveía la interrupción de las relaciones diplomáticas con los países que reconocieran a la RDA. Por último, hasta el final estuvo en vigor el embargo occidental a la alta tecnología, que obligó a la RDA a construir por sí misma muchos productos que en teoría habrían costado menos comprándolos. Los factores positivos de la integración de la RDA en el COMECON, representados por el acceso al mercado soviético, que permitía economías de escala ideales para la producción en serie de maquinaria y la adquisición de petróleo durante años por debajo de los precios internacionales, no eran suficientes para compensar los aspectos negativos.

Las vicisitudes de la economía de la RDA

Inicialmente el sistema económico de la RDA fue rígidamente centralizado, conforme al modelo soviético. Este sistema dio frutos positivos en los primeros años de la reconstrucción, pero con el paso de los años se adaptó cada vez menos a un país industrialmente avanzado como la RDA. En particular, se planteó el problema de dejar más autonomía a las empresas, también en el marco de la economía planificada.

Nació así el más importante intento de reforma del sistema económico de la RDA, que tuvo el decidido apoyo de Walter Ulbricht (3), secretario del SED (4), y se llevó a cabo en los primeros años sesenta. El “Nuevo sistema económico de planificación y dirección” preveía la introducción de mecanismos de mercado y sistemas de incentivos materiales para empresas y trabajadores: el objetivo era hacer coincidir el interés de los actores económicos individuales con los del sistema.

La reforma produjo importantes resultados económicos: entre 1964 a 1970 la renta nacional creció una media del 5% anual y la tasa de acumulación desde 1965 superó el 20%. Pero se encontró dos problemas. El primero fue que el sistema debería de haberse basado en medidas objetivas de fijación de precios (para poder determinar los valores, los beneficios y las pérdidas); pero los precios se fijaban administrativamente y no en base a la relación entre la demanda y la oferta, por lo que no constituían un metro de medida fiable. El segundo y más grave problema consistía en el riesgo que se corría admitiendo la toma de decisiones independientes por las entidades económicas, que limitaba la capacidad de la administración económica central y podía vulnerar la arquitectura del sistema, incluso el papel dirigente del partido en la actividad económica. Este fue el escollo en el que quebró el intento de reforma y que acabó con el liderazgo de Ulbricht.

La política de Honecker representó un cambio de orientación respecto de las reformas económicas. Esta política se basaba en tres principios. El primero: la “unidad de la política económica y social”, que preveía una correspondencia entre crecimiento económico (previsto en un 4% anual) y el aumento de los ingresos. El segundo: resaltar el papel de la clase obrera como “fuerza dirigente de la sociedad”, por el cual se liquidaron las empresas privadas que aún existían. El tercero: un gran plan de construcción de viviendas populares.

El segundo punto fue un grave error que privó a la RDA de cerca de 11.000 empresas vitales que desempeñaban un papel importante y que dificultó las tareas de la planificación central. El primer y el tercer punto representaban un ambicioso plan de distribución de la riqueza, que se realizó parcialmente y que tuvo efectos nada despreciables en el bienestar de la población. Pero el precio pagado fue muy elevado.
Se generaron tres fenómenos negativos.

En primer lugar, el consumo y las inversiones en la construcción se hicieron a costa de las inversiones productivas en el sector manufacturero. La cuota de acumulación de la renta nacional disminuyó del 29% en 1970 al 21% en 1988 y la tasa de acumulación productiva del 16% al 9%. Esto se tradujo en un envejecimiento de la maquinaria y en una insuficiente inversión en infraestructuras. Y como la tasa de acumulación es esencial para el crecimiento futuro, se vieron afectadas las tasas de crecimiento necesario para sostener la “unidad de la política económica y la social”.

En segundo lugar creció de forma ininterrumpida el peso de los precios subvencionados en el Presupuesto General del Estado (que se mantuvieron fijos, también para muchos productos no esenciales, al nivel de 1944 y en cualquier caso al de 1936), que alcanzó al 30% del mismo en 1988. Estas subvenciones no se pudieron financiar ya con los beneficios de las empresas estatales y obligaron al Estado a un creciente endeudamiento.

Creció así, en tercer lugar, la deuda en divisas, con un gasto cada vez más oneroso en intereses, también a causa del drástico aumento de las tasas de interés causado por la reducción monetaria impulsada por Volcker (6) en los EE.UU a partir de 1979.

Los años 80 se caracterizan por el incumplimiento de los planes, un creciente desgaste de las instalaciones y las insuficientes inversiones en infraestructuras, en sanidad y en protección medioambiental. La economía del RDA siguió creciendo, aunque a tasas inferiores. La renta per cápita a finales de los años 80 era levemente inferior al de Gran Bretaña y muy superior al de España. En cuanto al volumen de las exportaciones (más de 90% en bienes industriales), la RDA estaba en el 16º puesto a nivel mundial y el 10º en Europa. De ellas conseguía más del 50% de la propia renta nacional.

En los años 80 la producción industrial por habitante era superior a la de todos los otros países del Este (casi el doble del de Hungría y más del doble de la polaca). Las prestaciones y los servicios sociales, por otro lado, eran mucho más amplios que en el Oeste. Los hogares infantiles acogían a más de 9 niños en edad preescolar sobre 10. Había pleno empleo, también femenino: trabajaba el 92% de las mujeres en edad de hacerlo. La educación era gratuita y universal.

El 7 de octubre de 1989 la RDA era el país económicamente más avanzado entre los países de Europa Oriental. Tenía una deuda externa de 20 mil millones de marcos, y no estaba realmente en “bancarrota” (“en quiebra”), como por el contrario se sigue sosteniendo (20 mil millones de marcos es una cifra ridícula si se compara con la deuda pública actual de los países europeos, Alemania incluida).

900 mil millones de marcos volatilizados 

Lo que ocurrió después de aquel 7 de octubre es conocido. La destitución de Honecker, la apertura del Muro, las elecciones de marzo de 1990 que dan una victoria abrumadora a la CDU del Este (7) y sus aliados, la unión monetaria con el Oeste en julio de 1990 y la política en octubre del mismo año.

Para comprender la trayectoria de la economía del Este de Alemania en estos últimos 25 años hay que partir de la unión monetaria, que se llevó a cabo no solamente sin periodo transitorio alguno, sino a una tasa de conversión de 1 a 1 para los precios corrientes (mientras la tasa de intercambio comercial entre las dos Alemanias era de 1 a 4,44). El entonces presidente del Bundesbank, Karl Otto Pöhl, dijo años después que de este modo la RDA fue sometida a “una cura de caballo que ninguna economía habría estado en condiciones de soportar”. En efecto, las empresas de la RDA perdieron con la unión monetaria, de un solo golpe, el mercado de la RFA y de los países occidentales (a los cuales no les convenía los precios hasta ese momento vigentes), los mercados del Este, respecto a los cuales las transacciones se hacían entonces mediante una moneda fuerte (y, por tanto, también en este caso, con un incremento sustancial de precios) y gran parte del mercado interno, que es literalmente invadido por los productos más adecuados de la Alemania del Oeste.

Pero no basta. En julio de 1990 las fábricas y las empresas de la RDA son transferidas a la Treuhandanstalt. La privatización es considerada una prioridad absoluta, también con relación al saneamiento. Se cierran muchas empresas y el 87% de las privatizadas acaban en manos de empresas alemanas-occidentales. En la mejor de las situaciones, las empresas del Este acabaron como filiales de las del Oeste.

En la peor, fueron adquiridas y cerradas para eliminar competidores y para especular sobre los terrenos y los inmuebles más adecuados. El resultado fue una destrucción de riqueza social de proporciones enormes. Si el 19 de octubre de 1990 el entonces presidente de la Treuhand, Rohwedder, pudo cuantificar en 600 mil millones de marcos el valor de “toda la ensalada” a privatizar, cuando a fines de 1994 la Treuhand cierra sus puertas en vez de aquella cifra había aparecido un agujero de 256 mil millones: se destruyó un valor de cerca de 900 mil millones de marcos.

Aún mayores fueron los costes sociales. Según estimaciones públicas, entre finales de 1989 y los inicios de 1990 las empresas que después pasaron a ser controladas por la Treuhand empleaban a 4 millones y 100 mil trabajadores. A finales de 1994 quedaban apenas 104.000. La Treuhand contaba como un gran éxito el millón y medio de puestos de trabajo prometidos por los adquirentes de las empresas privatizadas. Aún dando por bueno este dato, en 4 años de actividad de la Treunhand destruyeron 2 millones y medio de puestos de trabajo.

Otros daños posteriores sufrieron las empresas del Este derivados de la decisión de considerar como verdaderos y propios créditos los giros bancarios entre el Estado, la banca pública y las empresas estatales de la RDA: las denominadas “antiguas deudas” (“Altschulden”) constituyeron posteriormente una pesada carga para las empresas afectadas y un fantástico regalo a los bancos del Oeste que habían adquirido los bancos del Este a un precio risible (824 millones de marcos en total). Las “antiguas deudas” no estaban referidas solamente a las empresas industriales. Hay que recordar también los créditos a la construcción, superiores a los 20 mil millones de marcos y los concedidos a las cooperativas agrícolas, de cerca de 8 mil millones de marcos. Es digno de señalar que, no obstante la descapitalización de partida y las cargas posteriores, muchas cooperativas consiguieron sobrevivir y hoy evidencian resultados económicos mejores que la media de las empresas agrícolas del Oeste.

Una ulterior decisión preñada de consecuencias negativas estuvo referida al “principio de restitución” (“Rückgabe vor Entschädigung”), en base al cual todos los propietarios (de tierras, casas o empresas) expropiados por el Estado durante los 40 años de existencia de la RDA tendrían derecho a ser restituidos por el bien nacionalizado. Hubo 2,17 millones de casos de restitución. La proporción de una medida con consecuencias tan graves que queda como un caso único en la historia contemporánea es muy simple: la cancelación de 40 años de historia. Comenzando, obviamente, con las relaciones de propiedad.

Colapso económico y estancamiento

El impacto de la unificación económica en la Alemania del Este se puede resumir en pocas cifras. En dos años, de 1989 a 1991, el PIB es de un -44%, la producción industrial añadida -65%; el desempleo oficial (registrado en las oficinas de empleo) es de 830.000; pero, sobre todo, el número de los empleados baja en más de 2 millones de unidades (2.095.000), de los 8,9 millones de 1989 a los 6,8 millones de 1991.

La caída del PIB entre 1990 y 1991, en particular, es impresionante. Ningún país del Este lo empeoró. Si ampliamos la comparación a los años posteriores, el resultado no cambia. El crecimiento medio anual de la ex-RDA desde 1990 a 2004 fue inferior al menos en un punto porcentual. En los otros países ex-socialistas fue muy superior. Lo mismo vale para el periodo sucesivo, con la única excepción de Hungria.

Muy elocuente es la comparación entre el PIB per cápita de la ex-Alemania del Este y el del Oeste. Si en 1989 el PIB por habitante de la RDA era del 55% de la RFA, en 1991 cae al 33%; en los años posteriores las distancias se acortan y se llega al 60% en 1995; desde entonces, sin embargo, el diferencial no se reduce sensiblemente: aún en 2009, a 20 años de la unificación, el PIB per cápita del Este no superaba las dos terceras partes del de la RFA. Si se consideran las cosas desde el punto de vista de la aportación de la Alemania del Este al PIB alemán del conjunto, es aún hoy inferior al de 1989 y está cayendo: si entonces era equivalente al 11,6%, en 2007, 18 años después, era del 11,5%; y en 2011 fue del 11%.

Entre los cambios más espectaculares ocurridos en la economía de la Alemania del Este después de la unión monetaria, una posición destacada la ocupa, por la amplitud y la rapidez del proceso, la dinámica de las exportaciones. Estas se redujeron en solo dos años en un 56%: de los 41,1 mil millones de marcos (oeste) de 1989 a apenas 17,9 mil millones en 1991. También bajaron a la mitad las exportaciones hacia los países de Europa centro-oriental, que junto a Rusia representaban los dos tercios de las exportaciones de la RDA: en este caso se pasa de los 28,9 mil millones de 1989 a los 11,9 de 1991. Pero en 1994 descenderán además al 16% del nivel de 1989. La caída es de tal calibre que repercute en el valor global de las exportaciones alemanas a los países del Este. Solamente en 1995 la exportación alemana hacia Europa del este vuelve prácticamente al nivel de 1989: 61 mil millones contra los 61,4 mil millones de 1989. Pero mientras tanto las exportaciones de la RDA caen a apenas a 5 mil millones, o sea al 17% del valor inicial, y la cuota la conquistó el Oeste, que en el mismo periodo pasa de 31,8 mil millones de exportaciones a 56 mil millones (+176%).

El proceso de desindustrialización fue también extremadamente rápido. A finales de 1991 la producción industrial era ya un tercio de la precedente al “cambio” del 89.

Desde finales de 1989 a la primavera de 1992 fueron destruidos 3,7 millones de puestos de trabajo fijos. Y entre 1992 y 2009 se perdió otro millón y medio de puestos de trabajo fijos, el 27% del total. Una parte de ellos se convirtió en puestos de trabajo a tiempo parcial y mal pagados. Otra parte fue a engrosar las colas del paro. Hoy, en la ex- Alemania del Este vive una sexta parte de la población de Alemania, pero la mitad de los parados. En las familias del Este hay un porcentaje de desempleados doble respecto al Oeste. Y según un estudio de la Consultora PricewaterhouseCoopers hecho público el 27 de agosto de este año por la “Thüringer Allgemeine” el número de empleados en el Este disminuirá otro 10% hasta 2030.

Respecto a la emigración, los flujos de población de salida entre 1989 y 2006 llegaron a 4,1 millones de personas, el doble de aquellos que emigraron en los 10 años antes de la construcción del Muro en 1961. El saldo total (teniendo en cuenta también las personas que se trasladaron del Oeste al Este) resulta inferior pero es impresionante: 1 millón y 740 mil personas. Se trata del 10,5% de la población de partida. El ritmo no se ha invertido en los años sucesivos.

La tasa de natalidad negativa, junto a la emigración, ha contribuido a determinar un descenso de la población que en el corazón de Europa no se conocía desde los tiempos de la Guerra de los Treinta años: lo denunció ya en 2003 el entonces ministro de cultura de Brandenburgo, Steffen Reiche, del SPD.

Pero hay otro fenómeno que salta a la vista inmediatamente a quien visite los territorios que fueron la Alemania del Este: la despoblación de las ciudades y de gran parte de los que fueron centros industriales. Esto provoca, como consecuencia, una gran cantidad de inmuebles vacíos, estimados en 2003 por Manfred Stolpe -con anterioridad ministro de Transportes y de Vivienda- en 1,3 millones. ¿La solución? Echar abajo los edificios que sobran. En Alemania han acuñado un término para esto: “Rückbau” (“deconstruir”). De este modo la “reconstrucción del Este” (“Aufbau Ost”), pasando por la destrucción (“Abbau”) de las industrias del Este, se convierte en “deconstrucción” (“Rückbau”) del Este.

¿Y las famosas transferencias al Este de Alemania de las que tanto se habla? A cerca de ello el publicista francés Guillaume Duval ha observado: “las transferencias públicas hacia el Este de las que los alemanes del Oeste se quejan” en realidad fueron “en gran medida reciclados al Oeste en la forma de adquisición de bienes y servicios”. La Alemania del Este se ha convertido en una economía asistida, cuyos consumos -pagados con las transferencias del gobierno federal- enriquecen a las empresas del Oeste
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Los trucos para esconder el desastre

En el año 2000 Hans-Werner Sinn declaraba que “la unificación desde el punto de vista económico ha fracasado”. Quien quiera demostrar hoy lo contrario está obligado a recurrir a los trucos estadísticos. Como el de utilizar el año 1991, el punto más bajo de la economía de la Alemania del Este, como el año de referencia para el cálculo de los diversos indicadores económicos: de este modo -observa- “todo nivel que se encuentra por debajo de la situación de la RDA en 1989 parece una mejora”. (U. Busch). Aún más, el 30 de septiembre el economista-jefe del KfW, Jörg Zeuner, ha usado este truco para argumentar su surrealista afirmación de que “hoy podemos hablar del segundo milagro económico alemán”.

Pero cuando se juega con los números y con las palabras es difícil esconder una realidad de sustancial estancamiento y el fracaso en alcanzar los estándares económicos del Oeste. Algunos economistas estiman que el proceso de convergencia durará al menos otros 30 años, otro 100. Mientras tanto, los objetivos fijados por el gobierno son cada vez más modestos: la adecuación de las condiciones de vida a conseguir no se refiere ya a la media de los Länder del Oeste, sino a aquellos más retrasados (“struckturschwach”); y en el cómputo de los Länder del Este se incluye a toda la ciudad de Berlin para alcanzar la media.

La verdad la ha dicho Joachim Ragnitz, del Ifo-Institut de Dresde, el 4 de mayo pasado, en un lugar no sospechoso como el diario “Welt am Sontang”: “El Este no conseguirá alcanzar en un tiempo previsible al Oeste”. En alemán la frase “faltar el enganche” es “den Anschluss nicht schaffen” (no lograr la conexión, ntd). Pero “Anschluss” es también el término que indica la “anexión”. El fracasado “Anschluss” económico es el precio pagado por los ciudadanos del Este por el rápido “Anschluss” político de la RDA a la RFA.

Notas del traductor

(1) Vladimiro Giacché, economista y filósofo italiano, de orientación comunista que nació La Spezia en 1963. Estudió en la Universidad de Pisa y de Bochum (Alemania) y fue alumno de la Escuela Normal de Pisa, donde se licenció en Filosofía. Es autor de diversos libros y numerosos ensayos de carácter filosófico y económico. En 2010 se publicó “K. Marx, El capitalismo y la crisis. Textos seleccionados.”. En 2011 se publicó “La fábrica de la falsedad. Estrategias de la mentira en la política contemporánea”. En 2012 aparece •Titanic Europa. La crisis que no nos han contado”, también editada en lengua alemana. En 2013 se edita “Anschluss. La anexión. La unificación de Alemania y el futuro de Europa”, reeditado en 2014. El artículo que el FCSM de Jaén traduce y pone a disposición de los lectores es un útil resumen del mismo. Sus artículos aparecen en “Il Fatto Quotidiano”, “Linus” y “Micromega”. En italiano se puede escuchar una entrevista reciente a Vladimiro Giacché con motivo de la conmemoración del 25º aniversario de la caída del Muro de Berlin en : http://www.marx21.it/storia-teoria-e-scienza/storia/24734-la-caduta-del-muro-di-berlino-intervista-a-vladimiro-giacche–mizar-09-11-2014.html# Vladimiro Giacché es miembro de la Asociación para la reconstrucción del Partido Comunista en el marco amplio de la izquierda de clase y Presidente del Centro Europa de Investigación.

(2) COMECON (en español CAME, Consejo de Ayuda Mutua Económica) fue una organización de cooperación económica formada en torno a la URSS por diversos países socialistas cuyos objetivos eran el fomento de las relaciones comerciales entre los estados miembros, en un intento de contrarrestar a los organismos económicos internacionales de economía capitalista, así como presentar una alternativa al denominado Plan Marshall desarrollado por los EE.UU para la reorganización de la economía europea tras la IIª Guerra Mundial y equivalente también a la Comunidad Económica Europea (CEE), aunque en un ámbito geográfico mayor.

(3) Walter Ernst Paul Ulbricht (Leipzig, 30 de junio de 1893 – Brandeburgo, 1 de agosto de de 1973) fue un destacado dirigente comunista durante la República de Weimar. En 1933 huyó del país y se refugió en la URSS, pasando a trabajar en el aparato de la Internacional Comunista. Entre 1950 y 1971 se convirtió en el principal dirigente del SED. A partir de 1960 fue elegido Jefe de Estado de la RDA hasta su muerte en 1973. La denominada ‘doctrina Ulbricht’ establecía que las relaciones diplomáticas normales entre la RDA y la RFA solo se darían si ambos estados reconocían la soberanía mutua.

(4) El SED (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands, Partido Socialista Unificado de Alemania) fue el principal partido de la RDA, desde la fundación del estado el 7 de octubre de 1949 hasta las elecciones en la RDA del 18 de marzo de 1990. El SED fue fundado en abril de 1946 mediante la unificación del Partido Comunista de Alemania (KPD) y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en la zona ocupada por los soviéticos tras la guerra.

(5) Erich Honecker (Neunkirchen, 25 de agosto de 1912 – Santiago de Chile, 29 de mayo de 1994) fue un dirigente importante de la RDA. Durante el nazismo estuvo encarcelado por las autoridades debido a su militancia comunista, siendo liberado en 1945 tras el final de la Segunda Guerra Mundial. En 1971 se convirtió en Secretario General del SED y entre 1976 y 1981 alcanzó la Jefatura del Estado de la RDA. Tras la caída del muro de Berlín fue encarcelado por un corto período antes de exiliarse en Chile, donde murió en 1994.

(6) Paul Adolph Volcker, economista estadounidense que entre 1969 y 1974 fue subsecretario del Ministerio del Tesoro para los asuntos monetarios internacionales, influyendo en la decisión de los EE.UU de suspender la convertibilidad en oro del dólar en 1971, con Nixon, que supuso la caída del sistema de Bretton Woods. Después fue Presidente de la Reserva Federal con las presidencias de Jimmy Carter y Ronald Reagan (desde agosto de 1979 a agosto de 1987). Destacó en la lucha contra el estancamiento y la inflación de la economía norteamericana en los años 70 : del 13.5% en 1981 al 3.2% en 1983. Llegó a desempeñar la presidencia del grupo norteamericano de la Comisión Trilateral entre 1991 y 2001.

(7) La Unión Demócrata Cristiana de Alemania (Christlich-Demokratische Union Deutschlands, abreviado CDU) es un partido político alemán de orientación de derecha cristiano-social, fundado en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial. Después de la partición de Alemania, en la parte oriental siguió existiendo la CDU de la RDA, integrada en el Frente Nacional de Alemania Democrática hegemonizado por el SED. Con la caída del Muro de Berlín, la CDU de la RDA se volvió a integrar en la CDU occidental. La CDU se presenta en todos los estados federados de Alemania a excepción de Baviera, donde existe la CSU (Unión Social Cristiana), un partido independiente de tendencia similar, aunque con un matiz regionalista. En el Parlamento alemán, la CDU y la CSU forman un grupo parlamentario conjunto.

(8) La Treuhandanstalt (del alemán Agencia fiduciaria, abreviado usualmente como Treuhand o por sus iniciales THA) fue una institución fundada por mandato de la Volkskammer el 17 de junio de 1990 con el propósito de administrar y privatizar las empresas de propiedad popular de la RDA para la transición hacia una economía de mercado.

Extraido de:  https://frentecivicojaen.wordpress.com/2014/11/17/la-revancha-del-capital-40-anos-de-la-rda-25-anos-despues/

miércoles, 20 de mayo de 2015

Operación Paperclip: los científicos nazis reclutados por Estados Unidos

Extraido de eldiario.es

 
Se cumplen 70 años de la caída del III Reich –el 8 de mayo para los aliados occidentales, el 9 para los soviéticos, aunque la rendición general alemana se produjo el día 7– y, pese a que los historiadores han estudiado a fondo este periodo, es difícil evitar la tentación de las conspiraciones y los agujeros negros de información. La incomprensión que flota sobre las atrocidades cometidas por el régimen nazi contribuye a que así sea, pero también las operaciones secretas de los aliados.

Una que ha suscitado comentarios de todos los colores es el reclutamiento de científicos alemanes tras la guerra. La Unión Soviética y Estados Unidos fueron los países que más se beneficiaron del conocimiento de estos científicos, que habían trabajado en proyectos punteros de cohetes, armas químicas y biología avanzada, sosteniendo la producción de las bombas V2 con mano de obra esclava o llevando a cabo aberrantes experimentos médicos con humanos.

La diferencia entre la Unión Soviética y Estados Unidos, sin embargo, estriba en que la primera trató a los científicos como ciudadanos de segunda clase. Por lo general, obtuvo de ellos toda la información posible sobre sus trabajos bajo el régimen nazi y después los devolvió a Alemania. Mientras que los del otro lado del Atlántico recibieron responsabilidades y honores, sobre todo los implicados en los programas de cohetes. Este comentario lo hace Annie Jacobsen, quien tras una exhaustiva investigación publicó Operation Paperclip, un libro de 600 páginas donde narra en profundidad el reclutamiento por parte de Estados Unidos de científicos alemanes después de la guerra.

En el libro, que toma el título de la operación, se cuenta cómo los investigadores que fueron llevados a Estados Unidos disfrutaron de beneficios que no se correspondían con su papel en la guerra. Se expidieron visados, se suspendieron juicios y se evitó el cumplimiento de algunas sentencias. Los documentos relativos a su trabajo durante el conflicto fueron declarados secretos.

En total fueron 1.600 investigadores los que fueron recolocados en instituciones académicas y militares estadounidenses, amparados por una campaña de propaganda donde se los calificaba de “buenos científicos”. No todos lo eran.

Una bomba V2. Los aliados estaban muy interesados en los conocimientos que los alemanes habían adquirido en cohetes 
 
Una bomba V2. Los aliados estaban muy interesados en los conocimientos que los alemanes habían adquirido en cohetes

Operación Alsos: los estertores de la guerra

 

A medida que los aliados avanzan en la conquista de Italia, y posteriormente en su progreso por Francia tras el Desembarco de Normandía, se encarga a un equipo de científicos estadounidenses buscar toda la información posible acerca del programa nuclear alemán. Es la Operación Alsos y forma parte del Proyecto Manhattan, que acabaría por desarrollar la bomba atómica.

La operación, liderada por el físico Samuel Goudsmit, tenía como objetico recopilar cualquier cosa que tuviera que ver con las armas ABC (atomic, biological and chemical). Descubrieron que el programa nuclear alemán no estaba tan avanzado como en Estados Unidos, aunque las armas biológicas y químicas sí habían progresado mucho. Donde más se había profundizado era en el desarrollo de cohetes. Las instrucciones iniciales de Goudsmit eran hacerse con cohetes y documentación para después llevarla a Estados Unidos, hasta que en un determinado momento alguien se dio cuenta de que era mucho más importante conseguir a los científicos. El problema era que se desconocía el nombre de muchos de ellos.

De científicos nazis a héroes nacionales en EEUU

Originalmente llamada Operación Overcast, la captura de científicos alemanes empezó a tomar forma con el descubrimiento de la Lista Osenberg, encontrada en unos baños de la Universidad de Bonn. Esta había sido elaborada a principios de 1943 por las autoridades alemanas y contenía los nombres de científicos, ingenieros y otros técnicos que luchaban en el frente. Alemania ya flaqueaba y se creyó que estos hombres serían de mayor utilidad en un laboratorio que con un fusil.

Wernher von Braun, diseñador de las bombas V2 y de los cohetes del Programa ApoloLa lista llegó a las manos en Estados Unidos, concretamente las del mayor Robert Staver,  y se elaboró un nuevo listado con las personas de mayor interés. La búsqueda ya estaba organizada. El primer nombre era el de Wernher von Braun, miembro del partido nazi y de las SS, era el responsable del diseño de las bombas-cohete V2.

Durante el conflicto von Braun visitó varias veces la planta de la compañía Mittlewerk, donde mano de obra esclava trabajaba en unas condiciones deplorables para construir las V2. Posteriormente el científico diseñaría los cohetes que lanzaron el primer satélite de Estados Unidos al espacio y catapultaron al hombre a la Luna con el Programa Apolo. Por sus méritos estuvo a punto de ser condecorado con la Medalla Presidencial de la Libertad, hasta que alguien se opuso por su pasado nazi.

Si el pecado de von Braun fue mirar hacia otro lado, otros los cometieron mayores. Cuando la Operación Paperclip dio comienzo, algunos de los científicos eran recluidos en el Castillo de Kransberg (cerca de Frankfurt), donde eran entrevistados exhaustivamente. Entre ellos estaban nombres como los de Arthur Rudolph o Walter Dornberger, a quien se condenó por usar condiciones esclavistas para producir los V2, como responsable del programa de cohetes. Tras dos años de cárcel en Reino Unido salió para desarrollar misiles teledirigidos al otro lado del Atlántico.

Rudolph tuvo un contacto más directo si cabe con la mano de obra esclava. Trabajó en las instalaciones subterráneas de Nordhausen, donde Mittlewerk había trasladado la producción de V2. Durante las extenuantes jornadas de montaje de los cohetes se calcula que murieron 20.000 personas. Rudolph acabó trabajando en el programa espacial de la NASA, aunque sería de los pocos que fueran investigados tardíamente. En 1983 el Departamento de Justicia de Estados Unidos le dio la opción de volver a Alemania o ser juzgado por crímenes de guerra. Escogió la primera.

Otto Ambros, el químico favorito de HitlerAparte de los cohetes, a Estados Unidos le interesaban otros ámbitos. Uno de los casos más flagrantes es el del doctor Otto Ambros, de quien decían era el químico favorito de Hitler. Tomó parte en la invención del gas sarín (la ‘a’ es por su apellido) y también inventó la goma sintética, un material que Alemania necesitaba desesperadamente para su esfuerzo bélico al reducirse el suministro de goma natural. Para producir este compuesto a Ambros se le puso a cargo de una fábrica de esclavos en Auschwitz. Por este papel fue condenado en los Juicios de Núremberg por asesinato masivo y esclavismo, aunque sería liberado posteriormente. Haría carrera en el Departamento de Energía de Estados Unidos.

Algunos de estos científicos ocupan su propia parcela de honor en el país que los acogió. El jefe de desarrollos técnicos de la Luftwaffe Siegfried Knemeyer, a quien Hermann Göring tomó como consejero personal, acabó trabajando para la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Cuando se retiró fue condecorado con la Department of Defense Distinguished Civilian Service Award. Más méritos se le atribuyeron al oficial de las SS Kurt Debus, que dirigió el JFK Space Center de la NASA y que aún hoy tiene un premio con su nombre.

La polémica que sembró Paperclip

A la vez que empezaba la Operación Paperclip se había encargado al oficial estadounidense Leopold Alexander, judío austriaco y de profesión médico, que entrevistara a científicos nazis para encontrar a los que fueran responsables de crímenes de guerra y llevarlos a los futuros juicios en Núremberg. Algunos de ellos se escaparon delante de sus narices por la intercesión de la Operación Paperclip, como Theodor Benzinger, cuyo nombre figuraba en la lista de los que iban a ser juzgados, pero tres semanas antes de que comenzara el proceso se le tachó de la lista y se propició su traslado a Estados Unidos.

Benzinger dirigió la Estación Experimental de la Fuerza Aérea en la Alemania de Hitler. Su obituario, de 1999, en The New York Times alababa sus logros como científico, al servicio de la Marina estadounidense, y su invención del termómetro de oído. Pero no decía que formaba parte de un grupo de doctores que trabajaba estrechamente con Himmler y cuando este mostraba vídeos de los experimentos médicos nazis, Benzinger hacía las introducciones, según recoge Annie Jacobsen.

A pesar de ser una operación secreta, The New York Times, la revista Newsweek y otros medios publicaron información sobre Paperclip ya en diciembre de 1946. Entre los científicos estadounidenses, no todos estaban dispuestos a trabajar con sus los nuevos reclutas alemanes. Personalidades influyentes de la sociedad estadounidense, como Albert Einstein o Eleanor Roosevelt, se opusieron públicamente al programa.

jueves, 14 de mayo de 2015

Felices en la RDA: Entrevista a dos colombianos residentes en la RDA

 Extraido del Goethe Institut

Para muchos, Alemania Oriental fue un mundo gris y una cárcel. Pero la experiencia de dos colombianos que vivieron como estudiantes tras la “Cortina de Hierro”, la desaparecida Alemania socialista fue muy diferente.

Jesús Gualdrón llegó en 1974 a Berlín Oriental, el sector de la ciudad que se encontraba detrás de la “Cortina de Hierro”. Amante de la historia, conocía bien los hechos: en 1949, cuatro años después del final de la Segunda Guerra Mundial, los sectores de Alemania ocupados por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña pasaron a llamarse República Federal Alemana (RFA). El sector oriental, ocupado por la Unión Soviética, se convirtió en la República Democrática Alemana (RDA). Se crearon dos monedas, dos formas de entender la política y, al final, dos Alemanias.

En 1961, la RDA había decidido erigir un muro porque muchos ciudadanos se estaban escapando hacia el otro lado. Otros dirían que porque el capitalismo era dañino y amenazaba la estabilidad del país con sus principios de libre mercado y libre competencia. A partir de ese momento, nadie pudo cruzar de una parte a otra. Esa barrera, junto con inflexibles controles fronterizos, cobraron la vida de muchas personas durante casi treinta años.

Sin embargo, Jesús –quien siempre caminó más por la izquierda que por la derecha– siempre se sintió fascinado por el lado socialista de Alemania. Su viaje había sido posible por una beca de estudios universitarios otorgada por una organización llamada “Liga de Amistad con los Pueblos”. Ésta mantenía relaciones estrechas con “La Alianza Colombia-RDA”, que tenía su sede en Bogotá y que hacía parte de un movimiento gigante de “casas de amistad” con países socialistas. “También existían casas de amistad con Checoslovaquia, la Unión Soviética y Cuba”, explica Jesús. Estaba estudiando Historia en Bogotá y además pertenecía a un grupo de teatro de la “Liga de Amistad con los Pueblos”. Cuando se enteró de la beca, supo de inmediato que estaba frente a una oportunidad maravillosa.

Aunque se encontraba lejos de Colombia, Berlín Oriental se convirtió para Jesús en el hogar que siempre quiso: un espacio lleno de estabilidad, de certeza, de necesidades básicas resueltas, de museos y de arte.

“Alemania Oriental era un paraíso”
Dos años después, otro colombiano, Carlos Angarita, vivió una historia similar. También llegó con una beca a Alemania Oriental. Primero estudió alemán intensivo durante un año en el Instituto Herder, de Leipzig. Todos los estudiantes becados en la RDA, provenientes de más cien países, llegaban allí para aprender el idioma.

Ambos colombianos conocieron en Alemania a gente cuya familia vivía del otro lado del Muro. “Eso era muy común. Amigos que vivían con nosotros del lado oriental tenían a su tío o su hermano del otro lado”, cuenta Jesús. “Las alusiones a la vida ʻal otro ladoʼ hacían parte de la cotidianidad de los habitantes de la RDA”. Y según Angarita, si bien muchos de sus compañeros de la carrera de Economía en Leipzig se identificaban con los ideales socialistas, “también había descontento, por ejemplo frente al poco acceso a la información del mundo, los bienes de consumo de mejor calidad en el occidente capitalista, o la imposibilidad de viajar al otro lado”.

Y sin embargo, “para los estudiantes extranjeros, Alemania Oriental era un paraíso”, dice Angarita. Los colombianos jamás sufrieron represión por parte del Estado socialista. Si querían viajar a Occidente podían hacerlo. Además, gozaban de todas las ventajas que el estricto aparato estatal ofrecía a sus ciudadanos: seguridad social ilimitada, vivienda de buena calidad, transporte, paz, alimentación y acceso a bienes culturales. Para alguien proveniente de Colombia, la RDA era un oasis enorme, una tienda de dulces… la gloria.

Los estudiantes alemanes y extranjeros solían realizar trabajos de solidaridad, a fin de recaudar fondos que enviaban a organizaciones políticas, sociales o sindicales en los países de origen. Muchos colombianos que estudiaban en Alemania Oriental se reunían regularmente de esa forma. “Teníamos un convenio con los ferrocarriles alemanes y en primavera o verano se organizaban trabajos de solidaridad, donde participábamos los estudiantes colombianos de toda la RDA, tres o cuatro días seguidos, e invitábamos jóvenes de todos los demás países, incluidos alemanes. Después del trabajo en los rieles, seguían las charlas políticas o de novedades de los países, había tertulias, comidas, bailes. Era muy bello ver el sentido de solidaridad internacional entre los jóvenes de los distintos países del mundo”, recuerda Angarita.

La fiesta terminó en insultos

Angarita, quien hoy trabaja como profesor universitario de Economía, regresó a Colombia en octubre de 1982, seguro de que volvería algún día a Alemania Oriental. Lo mismo había sentido Jesús Gualdrón a su regreso a Colombia en 1980. A pesar de que tenía una novia en Berlín, ella no quería ir con él a Bogotá, y Jesús no quería quedarse para siempre en Alemania. Después de seis años por fuera, quería estar con su familia, trabajar en y por su país. En Colombia se dedicó a hacer activismo, a trabajar en movimientos políticos de izquierda y a dar clases de alemán, su profesión actual.

En mayo de 1989, Angarita volvió a Alemania Oriental para hacer un doctorado. Según los recuerdos de su primera estadía en Leipzig, “la vida era amable y pacífica. Las relaciones con los alemanes eran muy respetuosas y cordiales. Nunca vi peleas, agresiones, discriminación, odio racial, o cosas por el estilo”. Ahora algo había cambiado. Ya no se vivía la misma paz de sus tiempos universitarios. Un día, caminando por Leipzig, se encontró con que, en jardines plantados a principios de primavera, una esvástica estaba formada con las flores. “Además, comenzaban a aparecer grafitis contra el socialismo, aunque muy esporádicos y escondidos, que eran borrados de inmediato por la municipalidad”, recuerda.

Incluso, esta vez sintió rechazo por parte de los locales. Una noche, otro estudiante colombiano lo invitó a su habitación. Pero lo que antes habría sido una gran fiesta terminó en un ir venir de insultos entre un alemán y el colombiano por motivos políticos. “Pensamos que la grosería verbal pasaría a la agresión física, pues se trataba de un muchacho muy grande y musculoso”.

El descontento de los ciudadanos de la RDA se venía acumulando desde hace tiempo en los escenarios cotidianos y en las universidades. Aunque nadie pudo vislumbrar lo que vendría, Angarita sentía que las cosas ya no eran las mismas. Por lo demás, como reconoce Gualdrón, “siempre hubo una doble moral en las relaciones con el estado. La gente hablaba bien del sistema en público, pero decía lo que realmente pensaba en privado, con sus amigos íntimos o familiares”.

El 9 de noviembre de 1989 ambos colombianos estaban en sus casas en Colombia. La caída del infame Muro de Berlín, como al resto del universo, los tomó por sorpresa. Con incredulidad observaron a la distancia cómo el planeta ya no sería nunca más el mismo. Sintieron algo de nostalgia, pero también sabían que, de algún modo, eran afortunados: sus pies habían pisado historia, sus ojos habían visto el mundo que acababa de desaparecer.

Fuente:  http://www.goethe.de/ins/co/es/bog/kul/mag/ges/20444293.html

Legado Cultural de la ex RDA

 Extraido del periodico argentino La nación

La noche del 9 de noviembre de 1989, una imagen conmovió al mundo: la caída del Muro de Berlín ( Berliner Mauer ). Miles de ciudadanos de la ex República Democrática Alemana (RDA) se treparon al Berliner Mauer , o lo que quedaba de sus casi 50 km de extensión (a lo largo de las dos Alemanias tuvo cerca de 120 km), y rompieron con sus manos los últimos vestigios de uno de los símbolos más ominosos de la Guerra Fría. La prensa occidental lo llamaba el "muro de la vergüenza". La ex RDA, el "muro de protección antifascista". Dentro de ese país que ya no existe, cuya ideología se derrumbó frente a la Puerta de Brandenburgo y cuya cultura está hoy en debate, despierta interés en el mundo saber cómo era aquella sociedad detrás de la muralla de Berlín. ¿Qué soñaba? ¿Cómo era su vida cotidiana? ¿Cómo se las ingeniaba para sortear la opresión de un régimen que controlaba cada centímetro de su intimidad? 

En la posguerra, durante los años 50, y más tarde en la Guerra Fría, que condicionó la vida a lo largo y ancho de la Tierra, el Muro de Berlín fue un símbolo elocuente de la existencia de dos mundos en un mismo planeta. 

El cine puede ser un arte extraordinario en democracia o un arma eficaz en dictadura. 

La Deutsche Film AG (DEFA) fue la productora de cine de la ex RDA durante 46 años. Fundada en mayo de 1946, su misión fue "representar la historia y el presente según la ideología del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED). El mensaje que tenía que transmitirse era de optimismo sobre la vida en la RDA. El control y la inmensa cantidad de filtros que atravesaba la producción cinematográfica convertía al cine en la mano que moldeaba la arcilla del pensamiento. 

Al ritmo de las oleadas internas en el SED, la DEFA también atravesó diversas etapas. Fue de la coerción política, la censura estricta y las prohibiciones a un período de libertades artísticas que luego fueron conculcadas. De modo que el universo cinematográfico que exhibe hoy su enorme legado documental es amplísimo y contradictorio. Filmes de pura propaganda política conviven con material experimental y obras de arte ambiciosas. Todo ese acervo es parte de lo mejor de la historia del cine alemán. 

El crítico e historiador alemán Ralf Schenk, actual miembro del Comité de Preselección de la Berlinale, uno de los más prestigiosos festivales internacionales de cine, estuvo en la Argentina para la presentación del ciclo retrospectivo sobre el cine de la RDA y habló con LA NACION sobre la vida en aquel país que hoy parece otra galaxia, y de la importancia que la DEFA tuvo en la construcción de la cultura de aquel país que ya no se ubica ni geográfica ni políticamente en ninguna parte. 

La muestra cinematográfica que llegó a Buenos Aires fue concebida por el realizador Frank Beyer. Schenk recuerda su historia: "Luego de filmar Huellas de piedra , Beyer fue censurado y destituido de la DEFA. En su despido arrastró también a los ministros de Cultura y de Cine. Pero no quedó sin trabajo, porque la DEFA tenía a los directores, los productores y los guionistas a sueldo. Eran empleados estatales. Fue a mediados de los años 60, cuando terminó una época de libertades artísticas y comenzó una censura muy rígida. A Beyer se le prohibió filmar películas por varios años y fue director del Teatro de Dresde. Volvió recién en 1975 con Jacob el mentiroso , que fue nominada al Oscar".

Patrimonio cultural 

Cuando se vendieron sus estudios en Babelsberg, la DEFA fue disuelta. Dejó un legado de más de 7500 películas, entre ellas 5800 documentales, 950 largometrajes, 820 películas de animación y 4000 extranjeras dobladas al alemán, que testimonian ese universo desvanecido. Es un acervo extraordinario para investigar, aprender y conocer la sociedad que se deshizo con la caída del Muro de Berlín. Hoy, la Fundación DEFA tiene la responsabilidad de preservar ese material, restaurarlo y difundirlo, para fomentar nuevos proyectos. Así lo cuenta Schenk a LA NACION. Pero quizá lo que hace más rico el legado de la DEFA sean sus contradicciones, que fueron sin duda las del socialismo que la sostuvo. Su producción es una representación genuina de la compleja sociedad de la Alemania oriental. 

Dice Schenk que "el arte verdadero en la RDA nunca fue totalmente propagandístico, sino que trató de mantener la crítica. Lo que ocurrió fue que el régimen se sostuvo sobre un pilar que sí apoyaron muchos artistas y que fue el combate contra el fascismo". 

-¿La DEFA fue un mundo paralelo al mundo real? 

-No fue un mundo paralelo, porque estaba integrada a la política de la RDA. Dentro de la producción cinematográfica de la DEFA existían sí dos mundos paralelos. Había una serie de películas que acompañaban la política del Estado, que era más propagandística, y otras que trataban de ser "subversivas" al régimen oficial, tanto en los contenidos como en la narración. La DEFA era estatal y atravesaba los mecanismos de censura del Estado. Había directores que intentaban hacer algo paralelo, por eso en algunas películas se observa cada tanto cierta crítica que, de todos modos, nunca fue tan profunda como para provocar el derrocamiento del régimen. Ninguna película ponía en cuestionamiento el socialismo como sistema político en la RDA. Pero sí podía hacer preguntas sobre la evolución de ese socialismo. 

-¿Cómo se las ingeniaban entonces? 

-El eje en primer lugar era el Partido. Pero los diferentes artistas podían ceñirse en forma estricta o intentar separarse, con los riesgos que eso entrañaba. Y eso no tenía sólo que ver con el coraje o el talento de los directores, sino con las diferentes etapas que atravesó la DEFA. En los años 50, con Stalin, nadie hace una película crítica. Pero en los primeros años de la construcción del Muro de Berlín, al comienzo de los años 60, sí había libertad artística. Cuando en agosto de 1961 se construyó el Muro, muchos artistas entendieron que se trataba de una división bien clara del Oeste y pensaron que eso les permitiría hablar en forma más abierta entre ellos. Fue una etapa de esperanza e ilusión que se mantuvo virulenta por un par de años. Y esa virulencia marcó el trabajo de los artistas y los cineastas. Pero a mediados de los 60 se detuvo. 

-¿Con qué recursos se ejercía la crítica? 

-Antes de la caída del Muro ya se ejercía una critica metafórica. Por ejemplo, a través de películas de tinte histórico y tratando de ejercer la crítica en forma subyacente, para hablar de la dignidad humana y la libertad. Después de la caída del Muro, ese recurso metafórico se desvanece y la crítica comienza a ejercerse libremente. Por ejemplo, en la RDA no se podía contar sobre la Stasi [el temible servicio secreto que controlaba la vida de sus habitantes]. Era un tema tabú. Pero si se hablaba de la intromisión del Estado en la vida privada de la gente, eso se hacía en películas históricas. Hubo una sobre Beethoven, en la que el creador era espiado por el servicio secreto austríaco de su época. Era inviable hacerlo de otro modo. Cuando se examina, con el tiempo, la producción cinematográfica de la DEFA, se advierte que debió contribuir mucho más de lo que hizo al sostenimiento del SED. A lo largo de sus 46 años de existencia, los más dogmáticos insistieron mucho sobre que el cine tenía que ser más propagandístico en la RDA.

-Las películas Good bye Lenin y La vida de los otros , ¿son pinturas verosímiles de lo que era la vida en la RDA? 

-Ninguna de las dos fue hecha por directores y productores que vivieron en la RDA. Yo miro con reparos y de manera crítica La vida de los otros . Esa actitud en un miembro de la Stasi jamás hubiera sido posible. Nadie se explica por qué razón se hace bueno. Lo peor de la película es que falsifica por completo la escena política de Berlín en los años 80, porque ya en esa época los artistas con cierto reconocimiento público podían llegar a interpelar al régimen. No tenían que esconder la máquina de escribir bajo el piso y podían expresarse. A lo mejor la escena hubiera sido creíble en los años 50. Por eso los intelectuales de la ex RDA recibieron tan mal esa película. En cambio, Good bye Lenin funciona mejor como tragicomedia, porque describe con bastante fiabilidad los sentimientos de la gente en esa transición que tuvo lugar cuando el Muro empezó a caer. 

-¿Cómo aprende un hombre común a vivir sin país y sin cultura, cuando éstos se desvanecen?

-Por un lado, existía la cultura de la RDA, con su teatro, su cine, su escasez de bienes y su poder adquisitivo limitado. Pero, por otro lado, los ciudadanos de la RDA estaban perfectamente informados de lo que pasaba en el Oeste, por la televisión. Un obrero llegaba a su casa y veía la TV del Oeste. Muchos tenían parientes al otro lado del Muro. Desde los años 80 yo podía visitar a mi abuela en Berlín occidental una vez por año. Creo que fue el deseo de libertad, la fuerza de ese anhelo, lo que apuró la caída del Muro. Con el correr del tiempo, nos dimos cuenta de que el Oeste no era ese mundo idílico que nos mostraba la televisión. Fue muy naif creer que aquello era la realidad. En la medida en que la gente fue tomando más conciencia de que la vida en el Oeste no era color de rosa, recuperó la necesidad de preservar el legado de la cultura del Este, porque entendió que valía la pena rescatarla. Los más implicados en esta labor son los que hoy tienen 40 años o poco más. La mayoría de los espectadores alemanes no conocen las películas de la DEFA y cuando voy a las universidades me sorprendo por el desconocimiento de los estudiantes. Sin embargo, algunas películas de la DEFA que se pasan en la TV tienen más audiencia de la que tuvieron cuando se proyectaron la primera vez. Al revés de lo que ocurría cuando vivían en el Este, hoy la mayoría que vive en el Oeste conserva en su casa un pedacito de la RDA. Ese es también el origen de muchos roces que existen entre habitantes del Oeste y del Este. Porque nadie que no haya vivido en la RDA puede entender ese apego y esa nostalgia por una cultura que se deshizo. 

Fuente:  http://www.lanacion.com.ar/1131305-el-legado-cultural-de-la-ex-rda

Entrevista a un estadounidense residente en la RDA

 Extraido del diario.es

Stephen Wechsler llegó a Baviera como soldado del Ejército estadounidense a comienzos de los cincuenta. Cuando el Ejército descubrió su pasado como militante del Partido Comunista de EEUU, Wechsler decidió desertar y cambió su nombre por el de Victor Grossman.



No todos cruzaron el Muro de Berlín en la misma dirección. Victor Grossman (Nueva York, 1928) fue uno de los que lo hizo en dirección contraria. Stephen Wechsler llegó a Baviera como soldado del ejército estadounidense a comienzos de los cincuenta, en el momento álgido del maccarthismo. Cuando el ejército descubrió su pasado como militante del Partido Comunista de EEUU, Wechsler decidió desertar. Lo hizo por Austria, cruzando el Danubio a nado. En la otra orilla, Stephen Wechsler cambió su nombre por el de Victor Grossman, y comenzó a trabajar como periodista. Como estadounidense en la primera línea de frente de la Guerra Fría, Grossman fue testigo de privilegio tanto de la construcción como de la desaparición de la RDA.

¿Cómo debo llamarle? ¿Victor Grossman o Stephen Wechsler?

[Risas] Grossman es el nombre que uso. En EE UU, para mis familiares y mis amigos soy Steve, pero aquí soy Victor Grossman. ¿Cómo me llegué a acostumbrar al nombre? Buena pregunta. No me gustaba el nombre de Victor Grossman, no lo elegí yo, pero no me quedó otro remedio que acostumbrarme a él y me acostumbré a él.

¿Por qué decidió cruzar…

…en la dirección equivocada? En EE UU militaba en varias organizaciones izquierdistas, especialmente mientras estudiaba en la Universidad de Harvard. Después de la universidad trabajé en dos fábricas. Entonces estalló la Guerra de Corea y me llamaron a filas. Todos los reclutas tenían que firmar una declaración afirmando que no eran ni habían sido miembros de una de las 120 organizaciones de una lista, casi todas ellas de izquierdas, y yo había estado en una docena. Aún militaba en algunas de ellas. ¿Debía firmar o debía negarme a hacerlo? No sabía qué hacer. Los años del maccarthismo fueron muy difíciles. Entonces había una ley que obligaba a los miembros de aquellas organizaciones a inscribirse en la policía como "agentes extranjeros". Si no lo hacían podían ser castigados con hasta 10.000 dólares y 5 años de prisión por cada día que no informasen a la policía. Una semana hubieran sido 35 años. Y yo no lo había hecho desde al menos seis meses... Tenía miedo a admitir que había formado parte de aquellas organizaciones. Y firmé. Lo hice con la esperanza de que durante los dos años de servicio militar el ejército no me investigaría. Tuve suerte y no me enviaron a Corea, sino a Baviera. Las cosas parecían ir bien, pero entonces me investigaron. Puede que lo hicieran por un curso de operador de radio que realicé. Guardo una copia del informe del FBI sobre mí, 11.000 páginas. Una de esas páginas es una denuncia de un compañero de estudios en Harvard, acusándome de "rojo" y "radical". Quizá fuera eso el detonante. En cualquier caso, recibí una carta del Pentágono, pidiéndome que me presentase ante un tribunal al lunes siguiente. Una condena de varios años en una prisión militar era casi una condena a muerte. Por eso decidí desertar.

Lo hizo cruzando el Danubio.

No sabía cómo hacerlo. No podía preguntárselo a nadie. Intenté pedir información a los comunistas alemanes, pero no confiaron en mí: un estadounidense en uniforme militar, que no hablaba bien alemán... Claro que no podían confiar en mí. En Baviera no estábamos lejos de la frontera, pero si intentaba cruzarla por el bosque sin tener un mapa, esperando dar con la frontera, me arriesgaba a perderme y ser detenido, lo que hubiera sido mucho peor... Busqué el mejor lugar para cruzar sin ser visto. Recordé una visita que había hecho a Austria, donde la zona de ocupación aliada y soviética estaba dividida por el río Danubio. Viajé en tren hasta Linz, tratando de encontrar el río, a la madrugada del día siguiente lo encontré y lo crucé a nado.

¿Dónde pensaba que le trasladarían?

No lo sabía. Pensaba que me llevarían a la Unión Soviética o a Checoslovaquia. La verdad es que no quería vivir en Alemania oriental. Había estado estacionado en Alemania occidental y no me gustaba la atmósfera. Francamente, había demasiados nazis. Te lo decían abiertamente. La verdad es que no me importaba. En lo único que pensaba es en que no quería terminar en prisión. Los soviéticos ni siquiera me dijeron dónde me llevaban. Estuve dos semanas en Austria, luego me anunciaron que me marchaba, pero no me dijeron dónde. Durante el viaje, viendo las carreteras, lo adiviné. Pero la verdad es que no me importaba.
La mayoría de desertores de los ejércitos occidentales terminaban en Bautzen. De todas las ciudades, ésta es la que quedaba más lejos de cualquier frontera con Occidente. Además, había varias fábricas en las que los desertores podían trabajar. A pesar de tener sólo cuatro mil habitantes, la ciudad era grande, lo suficiente como para alojarnos. La mayoría de desertores eran estadounidenses, pero también había británicos, franceses, un grupo de africanos del ejército francés que no quería ir a combatir en Indochina, unos cuantos holandeses, un español -nadie supo cómo llegó allí; terminó en un psiquiátrico, era un excelente jugador de ajedrez, por cierto- y un mexicano. Algunos no estaban contentos. Sobre todo los que no fueron capaces de establecerse y encontrar esposa, fundar una familia. Nunca se adaptaron. Algunos de los que vinieron tenían una esposa alemana y se adaptaron sin problemas. Entonces no estaba el Muro, así que los que no se adaptaron simplemente se marcharon a Berlín Este y cruzaron la frontera. Unos iban, pero otros venían.

Es interesante, porque las historias que leemos son casi siempre sobre quienes desertaron a Occidente.

Entre los alemanes se trataba a menudo de motivos políticos, porque eran izquierdistas o esperaban vivir mejor en una economía socialista. Pero la mayoría de estos hombres, en mi opinión, no lo hicieron por motivos políticos. Era gente que había tenido problemas con el ejército, especialmente los estadounidenses. Desde problemas con la bebida hasta delitos menores. Algunos tenían novias o esposas de Berlín oriental, lo que no era bien visto por el ejército. En un par de casos se trataba de soldados negros que tenían esposas alemanas y huían del racismo y la discriminación. Dos estadounidenses vinieron porque no querían combatir en Corea. Entre los estadounidenses había al menos seis afroamericanos, algo muy poco habitual en aquella época en aquel rincón de Alemania. La mayoría de ellos seguramente no había visto a una persona negra en su vida.

La RDA, a la vista de que aquellos hombres no contaban con una buena formación, decidió ofrecerles cursos especializados que incluían clases de alemán o matemáticas. También algo de política, pero no mucho. Piense que había dos marroquís y un argelino que habían desertado del ejército francés que eran analfabetos. Después de aquello algunos se marcharon. Todos los afroamericanos, en cambio, se quedaron en la RDA.

Siendo estadounidense, ¿cómo se sintió durante todos aquellos años de Guerra Fría?

Son muchos años, treinta y siete años... Tenía sentimientos encontrados. Siempre me consideré estadounidense. Algunos adoptaron la nacionalidad germano-oriental, yo nunca lo hice. Aunqué había desertado del ejército, siempre me consideré un patriota estadounidense, pero no en el sentido habitual del término, sino en el de aquellos que lucharon y luchan por un país mejor, desde John Brown hasta Angela Davis, pasando por Martin Luther King, Malcolm X o Pete Seeger. Ésa era mi América.

¿En qué trabajó en la RDA?

En Leipzig estudié periodismo. De hecho, como he dicho en alguna ocasión, soy la única persona en el mundo que tiene un diploma de Harvard y otro de la Universidad Karl Marx. Y seguiré siéndolo, porque esa universidad ya no existe. [Risas] Mi trabajo en la RDA era básicamente informar de la vida en EE UU. No de la manera simplista y negativa que aparecía en los libros de texto o en los medios de comunicación, pero tampoco de la manera igualmente simplista, pero positiva, que aparecía en la televisión occidental, que mucha gente se creía. Traté de ofrecer una imagen de EE UU como un país lleno de conflictos y contrastes, con estándares de vida relativamente mejores que los de la RDA, pero también en el que vivía mucha gente con unos estándares de vida muy inferiores a los de la RDA.

¿Nunca pensó en regresar a EE UU?

Todo el tiempo. Pero era muy difícil. En los años setenta EE UU abrió una embajada en Berlín Este. Me invitaron a acudir para aclarar mi estatus y el de mis dos hijos. ¿Son estadounidenses, son alemanes? Fui con mucho miedo a hablar con el cónsul. La gente del consulado intentó convencerme de que volviese a EE.UU., asegurándome que no habría ningún problema. No me fié de ellos e hice bien. En 1989, Harvard me invitó a una reunión de antiguos licenciados. Volví a visitar al cónsul. En esta ocasión la cónsul -esta vez era una mujer- fue sincera. Me aconsejó que no fuese. “El ejército tiene buena memoria”, me dijo. Así que desistí. En 1994 volví a ir al consulado. La situación era otra y pude resolverlo todo.

Mi madre me visitó varias veces en Berlín Este. La última vez me dijo que mi familia había estado informándose de cómo podía volver sin ingresar en prisión. Le dijeron que podía volver, con la condición de decir públicamente lo mal que había vivido en la RDA, mi decepción con el país, etcétera. Años después, cuando mi madre ya había muerto, hablé con mi hermano, y me dijo que, además, había otra condición: que antes de regresar tenía que pasar algún tiempo en la RDA y espiar para la CIA. No conocía esta oferta, pero nunca la hubiera aceptado.

¿Cómo ve el 25 aniversario de la caída del Muro?

Viví en la RDA casi desde su fundación hasta el final. Viajé por todo el país. Vi todos los aspectos negativos, y habían muchos. Algunos eran simplemente estúpidos, otros trágicos –como toda la gente que murió intentando cruzar el Muro–, otros podrían haberse evitado, otros no podían haberse evitado. La RDA era más débil que Alemania occidental y tenía que estar a la defensiva. Vi todos esos aspectos negativos y no tengo ninguna necesidad de embellecerlos. Pero al mismo tiempo, siempre vi a la RDA como la Alemania moral. Por cuatro motivos: el primero, la RDA era la Alemania antifascista. En Alemania occidental, la cúpula del partido nazi había muerto o desaparecido, pero el resto ocuparon sectores importantes de la sociedad en el ejército, la diplomacia, los servicios secretos, la universidad o el periodismo. La mayoría de ellos ni siquiera se arrepentían, simplemente guardaron silencio. Durante los primeros años de posguerra, la opinión mayoritaria en EE UU era antifascista. Pero en 1947, y especialmente a partir de 1950, el Gobierno estadounidense decidió que Alemania occidental era demasiado importante y que había que transformarla en un bastión contra el comunismo. Aceptaron a todos los nazis por su experiencia y permitieron que Alemania occidental estuviese gobernada por gente que o bien habían sido nazis o bien no habían hecho nada para combatirlos. La RDA, en cambio, los expulsó a todos. A veces se descubría a alguno, pero la inmensa mayoría fueron expulsados de todas las posiciones de responsabilidad, hasta los profesores de escuela.

El segundo motivo es que la RDA creía en la solidaridad internacional. Ya fuese con Vietnam o España. La RDA apoyaba los movimientos de liberación nacional en África. Alemania occidental estaba en contra de Mandela, la RDA estaba con Mandela.

El tercer motivo es que la RDA comenzó siendo más pobre que Alemania occidental. Tuvo que pagar todas las reparaciones de guerra a Polonia y la URSS. Alemania occidental sólo pagó un 5%, más o menos. El Este de Alemania era la zona más rural y pobre del país. Y no recibió el Plan Marshall. Pero construyó una economía que logró ofrecer una sanidad y educación hasta la universidad universal y gratuita. El aborto era libre y gratuito. Los alquileres eran bajos. Había seguridad laboral, nadie tenía miedo de perder su trabajo. Y nadie podía ser desahuciado de su casa, como ocurre ahora en EE.UU. o en España. Estaba prohibido. Para que llegase a suceder algo así, tenían que acumularse varios años de impago, y los inquilinos no podían ser expulsados hasta que se les encontraba otra vivienda. No había gente viviendo en la calle.

El cuarto motivo es más personal. Como antifascista y judío estadounidense odiaba a los nazis. MIentras las grandes compañías que habían colaborado con el Tercer Reich, como Siemens, Thyssen, Krupp o IG-Farben (ahora BASF) seguían haciendo negocios en Alemania occidental, en la RDA fueron desmanteladas por completo. Eso hacía a la RDA más moral.

¿Está la gente cansada de los retratos en blanco y negro de la RDA?

Algunos lo están. El establishment alemán tiene miedo de que la gente comience a pensar que la RDA no era buena en muchos sentidos, que hizo muchas cosas malas y estúpidas, pero que, a pesar de eso, tenía todo lo que he mencionado antes. Por eso constantemente nos repiten lo terrible que era todo en la RDA, especialmente antes de cada aniversario: la insurrección de julio de 1953 en Berlín, la construcción del Muro en 1961, la caída del Muro en 1989. Creo que no sólo los antiguos alemanes del Este, sino también los del Oeste comienzan a estar cansados y piensan: "Bueno, otra vez más, hasta la siguiente".

¿Por qué tanta gente quería cruzar el Muro?

Muchos habían visto Berlín occidental en televisión y querían verlo por sí mismos. Muchos tenían familiares y amigos. La mayoría tenía la sensación de estar atrapada en la RDA. Era comprensible. También había a quien, simplemente, no le gustaba la RDA por motivos políticos o religiosos. Y estaba la seducción occidental. La RDA estuvo bajo presión constante, tanto del lado soviético como del lado occidental. Para un país tan pequeño, era una presión muy fuerte. Fíjese en la presión de la cultura de masas estadounidense, un problema para culturas como la india, la china o la italiana. McDonald's, Disney... Esta presión también existía en la RDA. Había burócratas estúpidos, gente dogmática, carreristas que usaron su poder para presionar a la gente. Los medios de comunicación eran partidistas, aburridos y sin interés. La televisión occidental también era partidista, pero era interesante. Y estaba hecha con inteligencia, una combinación muy efectiva. Los burócratas de la RDA, que se habían educado en una cultura estalinista, no entendían los medios de comunicación modernos. La gente soñaba con poder adquirir las mercancías que veía en la televisión occidental. La RDA tuvo una mentalidad de asedio. Y en una ciudad asediada es difícil que se alcen torres. No sé si se me entiende...

Mire, en general, la gente no vivía mal en la RDA, pero no podía adquirir las mercancías que podía ver en la televisión occidental. La distinción, los automóviles último modelo, las frutas exóticas. En la RDA sólo podían comprar un Trabant o un Wartburg, y había que esperar años en una lista para conseguirlos. Alemania occidental invirtió miles de millones en Berlín occidental. Berlín occidental tenía ventajas fiscales frente a otros Estados federados. Eso lo hizo más atractivo, al menos la mayor parte. La RDA no podía mantenerse a ese nivel. No tenía los recursos. Especialmente en los últimos años, cuando desvió dinero a Berlín, generando los recelos del resto de Estados, especialmente de Sajonia.

Se habla poco de lo que ocurrió después del Muro.

En cuestión de años la economía fue destruida, miles de personas perdieron el trabajo. Durante años se dijo que las fábricas de la RDA no eran modernas ni productivas, que el equipo era decrépito... Y sí, esto era cierto en muchos casos, o en algunos de ellos, pero no en todos. Las acererías y astilleros, por ejemplo, eran modernos. Se fabricaban electrodomésticos. Después de la reunificación estas compañías eran vistas como rivales. Las empresas germano-occidentales las compraron sólo para cerrarlas. En muchas ciudades y pueblos, especialmente en el sur, los jóvenes emigraron, dejando sólo a los jubilados atrás. La economía sigue yendo mal, el Este sigue siendo la parte más pobre de Alemania. Es verdad que algunas empresas se han vuelto a establecer en determinados centros en Berlín, Dresde y otros lugares, pero en muchas zonas es como un desierto. Las mujeres, y las mujeres más jóvenes, se marcharon a Alemania occidental, Suiza, Holanda o aún más lejos a buscar trabajo. Los hombres también, pero muchos se quedaron. Quizá no eran tan independientes, o no estaban tan preparados. Estos jóvenes no tenían esperanzas y se convirtieron en una presa fácil para los neonazis, que han echado raíces en muchas zonas de Alemania oriental.

¿Todos estos movimientos de extrema derecha llegaron de Alemania occidental?

Incluso antes de la caída del Muro, muchos alemanes occidentales podían venir a la RDA. Algunos de ellos eran neonazis, vinieron e introdujeron sus ideas. En la RDA había grupos de neonazis, pero eran muy pequeños y estaban bajo presión constante. Después de 1989, desembarcaron a lo grande. Vieron a muchos jóvenes sin empleo y desorientados, porque todo lo que habían aprendido en la escuela de repente les decían que era falso. Les era difícil encontrar lo que era correcto. No creo que Alemania occidental los trajese a propósito, pero lo toleraron. La extrema derecha funcionó como contrapeso a la izquierda.

La caída del Muro tuvo que ser un shock para mucha gente en la RDA.ç

Antes de la Reunificación, durante la primavera de 1990 las tiendas se llenaron de artículos occidentales y la publicidad se multiplicó. A mí me llamó sobre todo la atención la publicidad de tabaco: en la RDA estaba prohibida. Apenas había publicidad en la RDA, ni en la televisión de la RDA. De repente nos vimos rodeados de luces de neón y la publicidad en televisión, que es una plaga. Hoy en Internet es lo mismo: anuncios, pop ups... no creo que eso le guste a la gente, ni que la gente sea feliz con eso. Yo crecí en EE UU, entonces había ya mucha publicidad y aun así fue un shock. El verano pasado estuve en Nueva York. En el centro de la ciudad la publicidad es omnipresente. Fue un shock. Había visto publicidad de joven, pero nunca tanta...

A mucha gente le gustó el cambio. A mucha gente quizá incluso todavía le gusta. Todas las mercancías que se pueden comprar ahora, por ejemplo. La gente a la que le gustaba la RDA fue bastante infeliz, especialmente quienes perdieron el trabajo o cuyos hijos no podían encontrar trabajo. Esta mañana estaba con un amigo mío que tiene 58 años. Su empresa fue adquirida por otra germano-occidental, que redujo la plantilla. Hace 15 años que está en el paro. Sabe alemán, inglés, español y ruso y no encuentra trabajo. Incluso quienes tienen trabajo tienen miedo a perderlo. Ese miedo les lleva a aceptar peores condiciones de trabajo, a trabajar los fines de semana... En Alemania oriental los trabajadores decían que no podías decir nada contra Erich Honecker en tu puesto de trabajo, pero podías decirle todo lo que querías a tu jefe. Ahora lo que ocurre es lo contrario.

¿Y qué reflexión hace de aquella experiencia, del 9 de noviembre de 1989, de la Reunificación?

Por una parte, me alegró que la gente pudiese reunirse después de tantos años. Es comprensible. Mi mujer y mis dos hijos cruzaron la frontera. Pero creo que el experimento de la RDA, a pesar de sus errores y dificultades, fue en el fondo noble, y que por desgracia fracasó. Y fracasó no sólo por sus errores, sino por los errores y fracasos de los soviéticos, y la enorme presión de EE UU y Alemania occidental, a la que no pudo sobrevivir.

Yo siempre he sido un optimista. Cuando vino la Reunificación, que muchos vieron como una anexión o colonización, me dije que había un aspecto positivo en todo aquello: en lugar de llegar sólo a la gente de un país pequeño como la RDA, ahora tenemos la oportunidad de llegar a gente de toda Alemania, y hacerla pensar de otro modo. El partido de La Izquierda, por ejemplo, era hasta hace poco un partido de Alemania oriental. Al fusionarse con los socialdemócratas descontentos del Oeste se convirtió en un partido a nivel federal. Creo que es una esperanza.

Algunos amigos míos del Este temen que, tras la Reunificación, pueda resurgir una Alemania dominante, ¿comparte este temor?

Sí, yo también lo temo. Las de hoy son básicamente son las mismas fuerzas que estuvieron detrás de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Algunas desaparacieron, otras aparecieron, pero el Deutsche Bank o ThyssenKrupp siguen ahí, y sus objetivos siguen siendo en buena medida los mismos: expandirse y consolidarse. En parte se ven como socios de EE.UU., que es más fuerte que ellos. Pero Alemania logró convertirse en el Estado más fuerte de Europa occidental y, no satisfecha con eso, buscó convertirse en el Estado más fuerte de Europa oriental y, así, de toda Europa. También buscan ampliar su influencia a África y Asia. Eso es lo que piden la ministra de Defensa o el presidente. Con intervenciones militares si es necesario. Siempre, por supuesto, por "razones humanitarias".

¿Cómo vio EE UU a su regreso después de tantos años viviendo en la RDA?

El ejército me licenció después de más de cuarenta años de servicio, que no es poco. [Risas] Unas semanas después obtuve el pasaporte. Intento viajar allí cada dos o tres años, para visitar amigos o asistir a conferencias. He podido ver aspectos de la vida estadounidense que no conocía, y conocer mi país mejor. Lo más emotivo fue volver a estar en un país donde la gente hablaba mi idioma, dejar de ser el extranjero que habla con acento. Fue como si me quitase un peso de encima. Además, siempre me interesaron los pájaros y las especies de allí son diferentes. Emocionalmente fue muy importante. Pude ver a mis viejos amigos. Gente a la que no veía desde hacía décadas.

Algunas cosas fueron una experiencia completamente nueva. Visitar un supermercado, por ejemplo. Aunque en 1994 ya teníamos supermercados aquí, los de allí son excesivos. No creo que nadie necesite 50 marcas de cereales, todas ellas igualmente perjudiciales para la salud. Hay ciudades donde no hay aceras porque todo el mundo va en coche y no hay transporte público. Hay millones de personas viviendo en la pobreza, gente viviendo en automóviles, que son casi invisibles. Hay aspectos positivos y otros negativos. EE UU es un país muy hermoso, pero hay cosas realmente tristes. La situación en Alemania occidental no es tan mala como en otros países, piense que en EE UU la gente sin cobertura sanitaria tiene que pagar por todo y que eso puede arruinarles. Gente expulsada de hospitales porque no puede pagar las facturas, madres que están un día o dos en el hospital tras un parto, estudiantes que tienen que pedir préstamos de 25.000 dólares que no pueden devolver, porque no encuentran buenos trabajos... Todo lo que vi me convenció de que tengo que seguir luchando, mientras pueda seguir luchando.

Fuente:  http://www.eldiario.es/internacional/RDA-mentalidad-asediada-dificil-torres_0_320568283.html