Los servicios secretos de la RFA
espiaron sistemáticamente a sus ciudadanos, violando incluso sus propias leyes
y derechos básicos.
La RFA, en un espectacular
ejercicio de propaganda, abrió tras la anexión de la RDA los archivos de la Stasi
(señalar que fue el único servicio secreto del mundo al que se le abrieron los
archivos) con el objetivo de dar una imagen distorsionada de lo que la RDA en
realidad fue. Junto a esto, se emprendió
una campaña para difamar a la RDA, campaña que se continua haciendo hoy en dia,
con la apertura de museos (Museo de la Stasi), realización de exposiciones e
incluso películas (La vida de los Otros).
Estas acciones tienen como
objetivo colocar a la Stasi en el eje central de la vida de la RDA, relegado
cuestiones mucho mas cotidianas en la vida de un habitante de la Alemania
democrática como lo era el pleno empleo, las políticas sociales o la igualdad
entre hombres y mujeres entre muchas otras cosas.
A continuación se reproduce la
noticia donde se describe el espionaje de los servicios secretos de la RFA a
sus propios ciudadanos, procedimientos muy similares a los que la leyenda negra
atribuye exclusivamente a la Stasi.
Extraido de: http://www.lavanguardia.com/internacional/20121201/54356015715/alemania-anulo-secreto-postal-telefonico.html
Cómo Alemania anuló el secreto postal y telefónico
Casi todo el correo procedente de la Alemania comunista, la
RDA, enormes cantidades de correspondencia y paquetes de los países comunistas
así como las comunicaciones telefónicas y telegráficas hacia y desde la RDA, e
incluso muchas en el interior de la RFA, fueron sistemáticamente intervenidas,
censuradas o incautadas durante décadas en Alemania.
Este es el simple e impresionante resultado de la
investigación realizada por el historiador de la Universidad de Freiburg Josef
Foschepoth, que acaba de publicar un libro titulado Alemania vigilada. El
control de correos y teléfonos en la antigua República Federal.
Desde los primeros años de la República Federal Alemana
hasta principios de los años setenta “más de 100 millones de envíos postales”
procedentes de la RDA fueron confiscados, abiertos y destruidos, explica el
historiador en una entrevista con La Vanguardia. Si a eso se le añade lo que
hicieron los aliados, se llega a un total de “250 o 300 millones de envíos
incautados entre 1949 y 1970”. A ello se suman otros envíos de la propia RFA
que eran retirados de la circulación y que se estiman en unos cien mil al año.
“Todo el correo que venía del Este en trenes fue parado,
controlado y también destruido, porque se pensaba que contenía propaganda que
podía hacer daño a la República Federal”, explica Foschepoth. La intercepción,
censura y destrucción afectaba libros, paquetes, cartas privadas y misivas
enviadas a diputados del Bundestag, por ejemplo. En esa labor participaron
miles de funcionarios de correos, del servicio de aduanas, del ejército, la
policía y los servicios secretos, así como jueces y políticos que violaron el
artículo 10 de la constitución alemana que establece entre sus derechos
fundamentales el de la “inviolabilidad” de las comunicaciones postales,
telefónicas y electrónicas.
“El correo era transportado aquí desde el depósito de correos
de la estación, cargado en el ascensor y llevado al séptimo piso donde unas
4000 cartas eran separadas diariamente”, recuerda Carl-Henry Dahms, un empleado
de correos de Hamburgo en los años sesenta y setenta. “La violación de la ley
formaba parte de la rutina del ejecutivo”, contaba siempre con la “lealtad de
los funcionarios”, incluidos jueces y fiscales, dice el historiador.
En 2009 Foschepoth descubrió una carpeta con el título
Censura de correo durante una investigación en archivos sobre la guerra. “Me
sorprendió encontrar un expediente con ese título en un archivo de Alemania
occidental, ya que pensaba que la censura del correo solo existía en la RDA”,
dice. “Estudié el expediente y eso me llevó a una investigación mayor, desde la
creación de la República Federal hasta el año 1990, paré en ese año, pero el
asunto continúa”.
Conseguir el acceso a las fichas de los archivos fue un
“proceso complicado que me costó año y medio”, explica el historiador. “Durante
ese largo proceso me di cuenta de que existen millones de fichas secretas en
los archivos”. Al principio Foschepoth estimó en 7,5 millones el número de esas
fichas no accesibles, pero la cifra se ha disparado a la medida en que se iban
añadiendo más y más archivos, entre ellos el de los servicios secretos (BND),
la policía política de “protección de la constitución” (BfV) y el Ministerio de
Defensa.
“Solo en el Ministerio de Defensa hay cinco kilómetros de
estanterías llenas de documentos secretos, y puede que aún haya más”, explica
el historiador, según el cual, “para la historia contemporánea es importante
saber que la historia de la República Federal Alemana todavía no se ha
escrito”.
Entre 1949 y 1989 la República Federal fue un enorme, eficaz
estado policial. “La Alemania controlada deja de ser un tema específico de la
RDA para situarse como una cuestión alemana común”, dice Foschepoth, según el
cual, “a diferencia del sistema de vigilancia postal y telefónica de la RDA el
de la RFA no ha sido investigado y carecemos de una comparación histórica
crítica de los sistemas de vigilancia de los dos estados alemanes”.
Con 80.000 empleados en su Ministerio de Seguridad del
Estado, la RDA, “tenía una reputación absolutamente justificada de vigilancia y
escuchas clandestinas, pero nuestras limitaciones técnicas se encargaban de
impedir que pudiéramos igualar a los norteamericanos en ese terreno”, escribe
en sus memorias Markus Wolf el ya fallecido jefe del Hauptverwaltung Aufklärung
HVA, el espionaje exterior de la Alemania del Este.
Nada ilustra mejor el doble estándar propagandístico en este
tema que la meticulosa atención y seguimiento que merece el estado policial en
la RDA, a cargo del Bundesbeauftragte für die Unterlagen des
Staatssicherheitsdienstes (BStU), la autoridad encargada de ventilar las
hazañas de la Stasi, cotejada con el secretismo y la desmemoria que rodean a la
situación en el lado vencedor de la guerra fría. Con un presupuesto anual de
100 millones de euros, la BStU organiza más de 750 eventos al año en todo el
país, mantiene a 1800 empleados y genera constantemente noticias sobre la
vigilancia en la extinta RDA.
”Quien crea que todo eso se acabó con la reunificación de
1990 se equivoca: Alemania era y sigue siendo un estado vigilado”, dice
Franziska Augstein, la sagaz columnista del Süddeutsche Zeitung. Un informe de
los servicios secretos (BND) de 1996 mencionado por Foschepoth demuestra que el
BND intercepta diariamente unos 600 “paquetes” de telecomunicaciones. Tras
diversos procedimientos de selección esos paquetes se reducen primero a 45 y
así sucesivamente hasta identificar una media de cinco comunicaciones por día.
Cada uno de esos paquetes contiene más de 15.000 llamadas, faxes, teletextos,
etc., con lo que el número de telecomunicaciones interceptadas supera los 5,28
millones. El control parlamentario de todo eso “es imposible” reconoce Claus
Arndt miembro durante treinta años de la comisión de control competente del
Bundestag (G-10).
En el curso de una jornada de protesta contra una
manifestación nazi que tuvo lugar el 19 de febrero de 2011 en Dresde, la
policía interceptó medio millón de llamadas de teléfono móvil para controlar al
espectro antinazi de la ciudad sin la menor base jurídica. Eso demuestra que,
“el fundamental derecho a la comunicación se pone a disposición de la policía
cuando se quiere, lo que es una clara tendencia hacia un estado de vigilancia”,
dice Foschepoth.
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